CARTA, de un indígena europeo..

CARTA ABIERTA DE UN INDÍGENA EUROPEO.

Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: “Cierren los ojos y recen”. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia” (Eduardo Galeano)

Me llamo Vicente Díez Faixat, soy arquitecto, español, apasionado de mi trabajo de acogida al desarrollo y mejoría de la calidad de vida del ser humano, pero confieso que siempre me he sentido incómodo en la sociedad que me envuelve, un entorno cultural que considero vacío, artificioso, basado en apariencias sin contenido, clasista, machista, xenófobo y que, ahora, bajo el neocolonialismo neoliberal que padecemos se ha vuelto insoportable.

Ya he cumplido 72 años y, desde siempre, he estado buscando modelos culturales y sociales alternativos, viajando bastante, estudiando otras culturas, viviendo en diferentes países… pero no ha sido hasta que una ¿casualidad? condujo mis pasos hacia los países latinoamericanos, inicialmente se trataba de acometer proyectos arquitectónicos de cooperación al desarrollo, lo que me obligaba a relacionarme con los pueblos indígenas y, en ese instante, me di cuenta de que al fin había encontrado en ellos lo que buscaba, la respuesta a todas mis preguntas, incluso la aparición de nuevos interrogantes que me conducían hacia un mundo nuevo. Otro mundo es posible.

Hablo de un proceso paulatino de varios años, concretado inicialmente con las comunidades andinas, en la rica variedad de culturas y el entendimiento basado en que la diversidad nos enriquece, en una estrecha vinculación con lo esencial, de respeto a la naturaleza, unión con la Pachamama, a las raíces ancestrales que han sabido mantener muy vivas. Por no hablar de la estructura social, la organización de las comunidades en las que el líder obedece, la participación de todos los miembros, ancianos y niños, la minga o mink’a, la capacidad de acogida, de compartir. Y que descubro son la base para solución a la gravísima crisis mundial creada y férreamente controlada por un capitalismo criminal que nos conduce hacia el abismo.

Estos pueblos han soportado durante 5 siglos diferentes opresiones extrañas que, en un sentido general, podemos definir de colonialistas, diversos exterminios de unos pueblos que estorbaban el desarrollismo egoísta e hipócrita de los conquistadores primero, de los criollos después, de las mafias actuales. Al no poder acabar con las culturas profundamente arraigadas, trataron de descontextualizarlas para su transformación en los principios opresores. Los apus como reconocimientos de vida pasaban a ser divinidades paganas con lo que rompían el equilibrio fundamental entre la naturaleza en relación permanente con el ser humano, primer paso del actual proceso de deforestación, extracción y minería para mayor beneficio de multinacionales extranjeras en las que las poblaciones autóctonas no exterminadas se convertían en mano de obra esclava. Así ha ocurrido con todo lo que no fuese acatamiento al sistema impuesto mediante el recurso de una religión extraña, e indemostrable como herramienta de sometimiento. Son hechos constatables, evidencias que no merecen que se pierda el tiempo en discutir.

El siguiente paso que quiero destacar es la imposición de los estados-nación, republiquetas, hace poco más de dos siglos, en los que un poder ajeno se repartía el botín y las fronteras, esas cicatrices de la historia, se separaban pueblos que siempre habían estado unidos. Y la culminación del proceso criminal, ya en la actualidad, fue la introducción de las economías neoliberales y la creación de mafias que se reparten el poder, siempre de acuerdo con intereses privados. Están destruyendo el pulmón del planeta tierra y la tierra que sustenta a los seres humanos.

Mi impacto, emocionante, fue comprobar cómo esos pueblos humillados, diezmados, esclavizados, criminalizados, despreciados hasta el escalón más bajo de la estructura social, han sabido mantener intacta su dignidad, su inmensa riqueza cultural latente y ahora son capaces de hacerla florecer de nuevo, vivas y creadoras, eficaces y auténticas, abiertas y acogedoras, emocionantes.

Estas ideas me vienen rondando en la cabeza desde hace algunos años, con la ayuda inestimable de unos contactos que pronto se convirtieron en amigos, mis mejores amigos, en hermanos, mis mejores hermanos, en referentes, mis mejores modelos… mientras yo sentía un proceso extraño que finalmente me transformó en un renegado de mi cultura de nacimiento para convertirme en un militante del pensamiento andino.

Hay algunos nombres que tengo que citar, Luis (Ecuador), Simón (Colombia), Suni (Perú) que, a su vez, me introdujeron a otras personas, hoy también amigos y hermanos que me acercaron al mundo de la música originaria, a las construcciones originales incas, también a las populares de la actualidad, puro sentido común, las ciencias y la filosofía o los conocimientos y saberes ancestrales. Y esos hermanos, que hoy considero las personas esenciales en mi vida, entendiendo la sinceridad de mi proceso de conversión, me invitaron a dar el paso definitivo. Un día me llamó Suni, quechua de la pequeña comunidad de Taray, cerca de Pisaq, en el Valle Sagrado de los Incas, Perú, y me dijo: “tienes que venir a acompañarnos en la celebración del Inti Raymi” que allí dura 5 días y al que tradicionalmente asisten delegaciones de naciones indígenas de todo Abya Yala, desde el Norte de Canadá hasta del sur de Chile. Allí, con ellos, experimenté la vivencia más profunda de mi vida con hermanos de muchas procedencias, diferentes pero unidos por un ideario básico común. Danzas, música, ritos, encuentros, diálogos fluidos en torno al fuego, exposiciones de problemas y propuestas, actividades, con la participación de personas de todas las edades, niños, ancianos en absoluta complicidad de juegos y compartiendo singularidades.

Hoy, desde la apática mediocridad relajada de mi invierno español, vivo  la tragedia que estás sufriendo mis hermanos, en esa región que un momento de la historia fue definida como Perú. Y veo que mis hermanos se rebelan, están colmando su paciencia, nadie les pregunta, nadie les escucha para que, una vez más, sean las víctimas de un proceso decidido en las alturas del politiqueo organizado por humanoides salvajes e intereses internacionales. Un grito clamoroso. Y yo me pregunto ¿qué hago aquí, al otro lado del charco? ¿cómo es posible que no esté acompañando a mis hermanos, yo, un indígena europeo y canoso, de parachoques, enarbolando la wiphala, la única bandera con la que me siento identificado?

Porque lo que se exige en estas marchas es básico y debería de ser indiscutible. Apenas un primer paso, porque lo ideal llevará su tiempo. Pero mi avanzada edad me presiona, necesito ver resultados y son nuevamente mis hermanos indígenas los que buscan un ritmo de tempo lento, de pasos medidos, un proceso de descolonización interior y exterior (creación de escuelas indígenas autogestionadas de las que ya hay un antecedente reconocido internacionalmente por la Unesco), la creación de un estado plurinacional y multicultural, con autonomía y libre determinación, creación de alianzas, modificación de leyes y un urgente proceso constituyente que siente las bases para la creación de una sociedad más justa, inicio del futuro al que aspiramos y que, por razones ancestrales, los pueblos indígenas del continente están más cerca de lograr que el resto del mundo y nos pueden servir de ejemplo.

En Europa se nos mantiene en la ignorancia, frecuentemente en la desinformación controlada. No sabemos lo que ocurre en las naciones hermanas más allá de unos tópicos míticos. Y es hora de que nos despertemos para apoyar la causa que es también la nuestra. Información veraz. El papel que juegan nuestras grandes empresas y políticos en todos los procesos criminales de represión y saqueo. Incluso me atrevo a lanzar la propuesta de organizar cajas de resistencia en las redes sociales que den un respiro a los manifestantes en sus justas reivindicaciones (que son las nuestras) para poder mantenerse firmes en ellas.

Sí, me nacieron español, pero lo mejor de mí se ha quedado definitivamente en las comunidades en las que tuve el privilegio de vivir y en las que fui acogido con un cariño que nunca antes había sentido. Y a esta causa quiero consagrar el resto de mi vida.

Los países más avanzados están conduciendo al mundo al desastre, mientras que los pueblos hasta ahora considerados primitivos están tratando de salvar al planeta entero. Y, a menos que los países ricos aprendan de los indígenas, estaremos condenados todos a la destrucción” (Noam Chomsky)

PERÚ NO ME REPRESENTAS

“El estado peruano como todos los estados de este continente, han sido creados con una base legaloide, sobre el robo y retaceo de nuestros territorios ancestrales.

En muchos lugares la invasión significó el exterminio de la gran mayoría de habitantes originarios… En otros lugares como en Los Andes, pese al genocidio la población indígena se mantuvo mayoritaria, sin embargo bajo argucias legaloides, estrategias políticas y abuso de la fuerza bruta, los invasores tomaron el poder y crearon estos engendros de republiquetas y estados con la consabida imposición de la cultura occidental invasora a todas nuestras naciones originarias.

Por ello estos estados no nos representan, sus constituciones no incluyen nuestro pensamiento, nuestra voz, nuestra organización social… Nada de nuestra cultura originaria está presente. Sus estados son enclaves eurocéntricos que siguen manteniendo la supremacía del pensamiento europeo al que han decidido llamar universal…

No me representa un estado excluyente. Lo que ocurre hoy en Perú es el claro ejemplo de que las castas oligárquicas coloniales continúan la opresión traída hace más de 500 años, este segmento de la población cree en la superioridad de su raza y nos trata como los sirvientes destinados a enriquecerlos, siguen parasitando de nuestro esfuerzo en el territorio que nos usurparon sus abuelos.

No nos representan!!!  Estamos aquí milenios y hemos sabido demostrar en la práctica que nuestra forma de vivir se basa en el respeto y la solidaridad, valores opuestos a los hábitos delincuenciales que trajeron de ultramar y que aún siguen practicando

El abuso, la rapiña, la mentira, el engaño, el egoísmo—son rasgos congénitos de una civilización de humanoides que no han parado de crear guerras en cinco mil años.

Es momento que las voces de todos los pueblos indígenas hijos de la tierra se alcen en un solo canto de hermandad, y que dejemos de seguir a los humanoides y sus falacias, como el sincretismo, el mestizaje y otras estrategias para confundirnos y erradicar nuestra verdadera identidad, aceptando sus estructuras sociopolíticas y su religión como superiores…

Basta de mitos inventados, basta de patriotismos que nos dividen y que sólo empoderan al opresor. Hermano, Hermana, revisa la historia de tu pueblo no escuches la versión del invasor… Honremos la memoria de nuestros ancestros que lucharon contra la imposición de otra forma de vida… descolonízate, identifica al opresor!!”

(Texto original de Suni Sonqo, indígena quechua, amigo y hermano que vivo como una de las personas más cercanas a mí que expresa en palabras todo lo que querría ser capaz de transmitir pero no me siento capaz. Asumo hasta la última coma y agradecería fuese leído en profundidad. Suni supone la culminación de mi vida).

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